Señorita
LAURA DEL CARMEN MORENO
CÓRDOBA
¡Congratulaciones!
Nos es muy grato comunicarte que tu trabajo “EL VIAJE” ha sido seleccionado por el Jurado como uno de los diez mejores cuentos de los recibidos para nuestro concurso “Del Cordobazo”.
Reproducimos más abajo el Acta del Jurado, y próximamente te avisaremos de la fecha en la que nos reuniremos para celebrar la culminación del evento y concretar la entrega de premios.
Con nuestras afectuosas felicitaciones
CASA DE LOS TRABAJADORES
CÓRDOBA - ARGENTINA ACTA DE PREMIACIÓN DEL Iº CERTAMEN DE CUENTOS CORTOS “DEL CORDOBAZO”
En Córdoba, a los cinco días del mes de Octubre de 2009, se reúnen los Profesores MARIA TERESA ANDRUETTO, FRANCISCO IGHINA Y GUSTAVO BUSTILLO, miembros del Jurado designado para la selección de los diez Cuentos Cortos* a ser consagrados ganadores del Certamen de referencia organizado por Casa de los Trabajadores de Córdoba, que luego de leer y evaluar los 47 (cuarenta y siete) trabajos recibidos, y una vez acordados los criterios a seguir para la valoración de los mismos, han acordado distinguir los siguientes relatos:
*) De acuerdo a lo preceptuado por las Bases del Concurso, el Jurado ha seleccionado los diez mejores cuentos que se detallan más abajo, sin orden de mérito y por orden alfabético del apellido de sus autores.
TÍTULO PSEUDÓNIMO NOMBRE DEL AUTOR RADICADO EN
Con tus versos levantaré piedras – Caupolicán - Carrasco, Jorge Río Negro
Simplemente necesario - L.R.C. - Cuesta, Leandro Córdoba
Al llegar la sombra Grimaldo Ezcurra Echeverría, Gregorio Buenos Aires
Cabeza de serpiente - De Leonardo - Gonzalez, Rogelio S. San Juan
La mosca negra El gitano Melquíades Lorenzo, Lía Inés Buenos Aires
Buñuelos de manzana Camila Wee Montes de Oca, Fernando Córdoba
El viaje Nudodepoetas Moreno, Laura del Carmen Córdoba
Según ella Juan P. Pairone, Juan Manuel Córdoba
El rosario de Luisa Afesh Rustán, José Antonio Córdoba
El pizarrón y la calle Salvador Guevara Taborda Varela, Juan C. Mendiolaza
El viaje (mi cuento, primera parte)
Subo al mismo colectivo cada mañana cuando el sol no ha salido aún pero puede advertirse una bruma azul hacia el centro de la ciudad, ahora que el calor se demora en el asfalto y anonada cada tarde con su calor inusual.
Me pesa mucho el portafolios, como siempre. Voy cargado con los libros, la carpeta y la mejor hondera que he tenido en años, logrando salvarla de varias requisas escolares. También llevo algo que no pesa nada, un recorte del diario que detalla la muerte de Kennedy dos días atrás.
Mientras saludo a José, un enfermero del Clínicas que llega corriendo y abrochándose el sobretodo, recibo el boleto y camino maquinalmente por el pasillo en dirección al asiento vacío en la doble hilera de la derecha, el mismo que elijo siempre que puedo. Es que a esa hora de la mañana tengo la suerte de encontrarme con el ómnibus prácticamente vacío.
Observo el número del boleto y advierto que, si hubiera subido después de José, seguro me tocaba el capicúa. Porque siento curiosidad, esta vez viajo atento a la persona que se subirá la próxima vez que nos detengamos. Entonces, me sentaré detrás suyo y le susurraré un -¿No me cambiaría el boleto? Es que los colecciono, ¿sabe?
Me molesta el guardapolvo, me siento atrapado.
Contrario a mi pronóstico, el colectivo acelera luego de la primera cuadra. Pasa la Avenida Santa Ana y sigue sin detenerse… ¿Se imaginará alguien no lejos de aquí, que le tocará un boleto mágico? alguien como yo, que sentirá un poco de angustia al aparecer el ómnibus a lo lejos por saberse irremediablemente más cerca de su trabajo o de la escuela. Sin embargo, ese boleto capicúa puede cambiarle el día, puede alegrarlo y transformar su viaje en un pequeño triunfo del destino. Ojalá sea una de esas personas que suben indiferentes, que miran por la ventanilla hacia afuera como anestesiados, vidas llanas donde un día es igual al otro. Deseo que sea alguien a quien le de lo mismo la proposición que tengo que hacerle. Me molestan los zapatos, me están quedando chicos y mi viejo les pegó la suela tres veces porque cuando camino, pateo toda piedrita que se me cruza.
El colectivo se detiene, pero no alcanzo a ver todavía quien subirá. Un segundo más y sabré qué me depara el destino, un segundo de diferencia para saber si me tocará la suerte o debo seguir esperándola. Y entonces sube ella.
(sigue)
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GRacias.
ResponderEliminarMuy interesante tu blog, pasaré seguido. :)
¿ Sos finalista del concurso CUENTOS CORTOS "DEL CORDOBAZO"
besos
oh por dios! un cuento.
ResponderEliminarmañana con la fresca lo leo.
buenosaires esta en llamas.