20/12/19

Jorge Luis Carranza


 Del libro Casi silencio

Debajo del agua se está bien
hay un silencio sereno.
Uno está con uno
y su respiración.
Pero hay que subir a la superficie
cada tanto.
Ir hacia lo profundo
y quedarse allí sería letal.
Y afuera,
un mundo brutal y hermoso.
El otro y sus dentelladas.
El otro y su ternura.
El otro depredador.
El otro y su pequeña emoción.
El otro que nos completa.
Hablo de seres anfibios.
Mamíferos hambrientos
y sedientos de soledad.
De abrazos.
De abrazos y soledad.
.
Del líbro Banderas

Igual
Boca arriba
boca abajo
de costado
duele igual
Noches en vela
yendo y viniendo
por la parte oscura
del alma
Solo la conciencia
y su filo
Uno con uno
y nadie más
Boca abajo
boca arriba
de costado
duele igual
.
Al reparo
cada tanto
un manotazo se lleva
gente querida
¿Qué hacer
con el ramito de afecto?
¿dónde ponerlo?
Por lo pronto
lo apoyo
en estas líneas
en el silencio
que las sostiene
Al reparo
Lejos del viento sur.

Jorge Luis Carranza nació en Río Cuarto, provincia de Córdoba, Argentina en 1957.
Ha publicado libros de poesía y haikus. Instantáneas, edición de autor en 2005; Terrazas, Alción Editora en 2011, Taichi de Alción en 2014; Casi Silencio de Alción en 2017 y Banderas, de Alción Editora, en 2019.




3/12/19

Camila García Reyna


ya no creo en el cielo ni en el infierno
dudaría incluso de las reencarnaciones
como postura
para atender ahora
qué importa a dónde van
si van
lxs muertxs
no me preocupa si la pasarán mejor
aunque peor me cuesta imaginar
de más está decir
existen
estarán en lo exacto
como la estrella y el pez
la luz
los agujeros negros
   
no alcanzo a conocer su empuje ni su estela
apenas interpreto
percibo circunstancias
ninguna claridad
pero con “mis” muertxs
privadxs públicxs
voy ligandome
como una flor a un jardín
les doy margen en la memoria del agua que me nutre
les celebro
les dedico
esta manera de ser vida
con su perfecta porción de muerte
ineludible
el mismo vestido
hilvanado
con igual aguja
felices todos nuestros días
como los días del mar
que merece la orilla
sin dilaciones.
quiero a mi soledad como se quiere a un árbol
que da frutas y sombra en su justa medida
generosa
me dejo alimentar
descanso en ella
me siento acompañada
agradecida
aún sabiendo que no existe
como no existe el árbol sin el suelo
sin la hormiga
sin el agua
como no existe la sombra sin el sol
¿quién podría estar en soledad en un mundo súper habitado?
¿qué existencia es capaz de recortarse de la vida fluyendo?
por mi parte
le pertenezco al río
a la tierra
a la raíz
al águila
al corazón humano
a lo asombroso
al movimiento

Camila García Reyna nació el 27 abril de 1987 y es cordobesa criada en Cruz del Eje y Arroyito. Escribe sobre todo poesía. También juega y por eso publica libros y recita y lee, y participa de puestas teatrales y musicales, y coordina talleres de escritura y tejido para adultos, y de lectura y escritura lúdica para niños. Es Licenciada en Letras Modernas y apasionada por el mate y la comida deliciosa. Es un poco solemne, una pena, pero como se lo permite también se divierte con eso. En este espacio de amor habrá una porción de poesía que es una forma de aprender la paz, de reconocerse, de recordarse, de entregarse, de compartirse siendo. Un deseo de encontrarse en las hermanas, de respetarse, de estarse queriendo, de respirar lo que elegimos, confiadamente, un poco más alegres cada vez.

2/12/19

Fabio Cardarelli


Algo ocurre cuando descubrís
un mapa oculto en el entramado de una pluma
algo se ilumina o despierta
una cicatriz un sudor un ocaso
pero si un día cualquiera
vas cruzando la ciudad y te ataca un perro
no corrás
ese animal se inquieta cuando se aproxima algún espíritu
una sombra una pena un cuerpo deshabitado
reconoce
la descomposición de la carne
la sin sabor
la que no fue amada
ese animal persevera en lo profano
calibra sus colmillos en la fe del que lo alimenta
y solo lamerá las manos de los vivos
podés ensayar un conjuro
un nombre azaroso
explicarle que pescar y desear un dios se parecen
en ambos casos
algo guardás y algo devolvés al agua
pero sin correr
la piedad se construye corriendo
y es una casa absurda
ese animal te vio
olfateó tu tristeza
en la cuerda invisible del tiempo convivió contigo
conoce
tu zona blanda
en la que clavará sus dientes.


Aseávamos el desierto
y fue el inicio de nuestro herror
no agotavamos las conbersaciones
las interrumpíamos con ligeros pretextos
mecían latiendo en la corniza
sin fin
la vuelta en el zodíaco
sin fin
menudencias de la bida
como una apostasía intermitente
premeditada
un laverinto de caídos cotidianos y
el herror
sin fin
fuimos
un herror manso y hermoso
íbamos al campo a ver las bacas con b larga
nos orrorizaba sin hache las desigualdades
íbamos de la mano a comprar uevos
soltábamos las redes de los peses
nos undíamos en el amor tremendo de la casa
reíamos viendo ienas en la televición
lo nuestro
fue así
una lus vertical sin esperansa
un herror
porque si algo
nos podía salbar decías
hera eso que habitamos como un juego de niño
aquello que
no nos dijimos.

Fabio Cardarelli, Villa María, Córdoba, Argentina.
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