28/11/16

Jotaele Andrade

La erótica del círculo / Jotaele Andrade
un ojo en el cielo
otro en la tierra
¿pasa por tus ojos
el carruaje
o pasa por la senda
y levanta polvo?
una cortina se ha movido
y has creído ver
o has visto
un rostro bellísimo
pía un pájaro incierto
y el ramaje reseco
de los árboles
semeja tristes pensamientos
un carro se aleja
¿es eso cierto?
una luz declina
y pasa su frente
sobre el día
eso ves
arráncate un ojo
hermano
aparta los grumos de la tierra
la arenilla donde se esfuerza la radícula
la respiración del mundo que jadea en lo húmedo
y entiérralo
arriba seguirá el deseo
abajo la erótica compartida
de las raíces y los gusanos
ambos puntos completan el círculo:
tu otro ojo vaciándose al mirarte
Jotaele Andrade
En: "La rosa orgiástica"

Buenos Aires, añosluz editora, 2016
La Plata, 2016
Foto de Paula Novoa.

29/9/16

Diana Bellesi

La canción resuena siempre

El destino común
es aquello que vuelve,
a veces es la fe
quien va adelante o es
filo de la razón
que hiere pero otorga
un soberbio estado
de claridad que aquieta,
controla horror y sueño
mas su destino es caer
tocada por su propio
filo y el desorden
que nunca es presa, es
trampa el orden, su ingenua
intención de encerrar
en un vaso el oceáno
Si se dieran lugar
cediendo como la voz
a la lengua y ésta
al misterio aunque alce
ladrillitos, casa o
nido de intimidad
donde se entienden, uno
a otro así debidos
lo pequeño y lo infinito
La balanza siempre está
a la vista, allí,
en la risa de un niño
o en el llanto o trino
de lo que muere y nace
y sobre todo ¡buen
día! aquí, en la mano
tendida. Intentamos
con la ley poner coto,
afán desmesurado
de ser donde perdemos
nuestro ser por jerarquía
Está bien, si imantada
por la fe nos uniera
la vara de esta ley
que separa y ordena,
sostenidos por otro
nos ponemos de pie,
no es la propia boca
aquello que queremos,
sino la intuición
de que lo propio vuelve
sólo desde lo ajeno
La mañana de invierno
acuna, la palabra
saciada en el silencio
habla, pero no si antes
no pasa por el trueque:
¡lindo el día!, ¿un mate?,
hasta la vuelta, siempre


El jardín de los milagros

Temprano en la mañana mi madre intenta
llamarme por teléfono, y en la tarde
luego me cuenta: “tan hermosa noticia
tengo”, con una voz de aterciopelado
misterio, muy serena y suave anunciando
“la pequeña magnolia se abrió en dos flores
por primera vez”. Hay justicia, pensé
con un agua dulce que se abría paso
en mi corazón. Esa magnolia que ella
plantó bajo la mirada de mi padre
años atrás diciéndole melancólico
“si no la verás florecer, tarda tanto”
Y yo, verano tras verano mentía
un poco o creía o pasaba revista
de las pequeñas magnolias florecidas
que supe visitar en una placita
por Colegiales, adonde robé aquella
reina blanca, perfumada y frágil que huelo
aún en la distancia como si fuera,
como si hubiera sido una hostia pascual
o el cuerpo de la amada, la comunión
con lo bello del mundo, como mi madre
lo siente ahora y lo dice en esa voz
que me parece el cantar de los cantares
Florecerá, le aseguraba, el próximo
verano, ya verás, y hoy ha sido visto,
esta vez se unieron belleza y justicia
para ganarles juntas, las dos al tiempo.



He construido un jardín...

He construido un jardín como quien hace
los gestos correctos en el lugar errado.
Errado, no de error, sino de lugar otro,
como hablar con el reflejo del espejo
y no con quien se mira en él.
He construido un jardín para dialogar
allí, codo a codo en la belleza, con la siempre
muda pero activa muerte trabajando el corazón.
Deja el equipaje repetía, ahora que tu cuerpo
atisba las dos orillas, no hay nada, más
que los gestos precisos
dejarse ir para cuidarlo
y ser, el jardín.
Atesora lo que pierdes, decía, esta muerte
hablando en perfecto y distanciado castellano.
Lo que pierdes, mientras tienes, es la sola compañía
que te allega, a la orilla lejana de la muerte.

Ahora la lengua puede desatarse para hablar.
Ella que nunca pudo el escalpelo del horror
provista de herramientas para hacer, maravilloso
de ominoso. Sólo digerible al ojo el terror
si la belleza lo sostiene. Mira el agujero
ciego: los gestos precisos y amorosos sin reflejo
en el espejo frente al cual, la operatoria carece
de sentido.

Tener un jardín, es dejarse tener por él y su
eterno movimiento de partida. Flores, semillas y
plantas mueren para siempre o se renuevan. Hay
poda y hay momentos, en el ocaso dulce de una
tarde de verano, para verlo excediéndose de sí,
mientras la sombra de su caída anuncia
en el macizo fulgor de marzo, o en el dormir
sin sueño del sujeto cuando muere, mientras
la especie que lo contiene no cesa de forjarse.
El jardín exige, a su jardinera verlo morir.
Demanda su mano que recorte y modifique
la tierra desnuda, dada vuelta en los canteros
bajo la noche helada. El jardín mata
y pide ser muerto para ser jardín. Pero hacer
gestos correctos en el lugar errado,
disuelve la ecuación, descubre páramo.
Amor reclamado en diferencia como
cielo azul oscuro contra la pena. Gota
regia de la tormenta en cuyo abrazo llegas
a la orilla más lejana. I wish you
were here amor, pero sos, jardinera y no
jardín. Desenterraste mi corazón de tu cantero.



Marea de mi corazón ...

Marea de mi corazón
déjame ir
en las ligustrinas
como un insecto o como la
misma ligustrina en el rumor
en el rasante
vuelo de las
golondrinas alrededor
de los aleros en la música
minimal donde se hunde
mi vecino mientras tapiza
con golpecitos los respaldos
de las sillas en el sol
rasgado por la brisa
no ser lo otro
lo que mira. Desligarme
del ser hacia aquel
estar mayestático de
la dicha. Alfombra
de orquídeas diminutas
sobre el pasto florecen
antes que la máquina
cortadora de césped
las arrase ¿aprendieron?
Corolas violáceas
enjoyadas que emergen
en cinco días de sus tallos
aprendieron la brevedad?
de la vida sin ser
lo otro que del origen
nos aparta.

Destino

Tablas acosadas por la humedad y el bicho
guardan mi corazón como un lucero
y no me importa la gente ni la plata
sino el crac crac del grillo en la mañana
del silencio, el gallo allá a lo lejos
y ese girar de Talita que busca el sitio
para echarse al sol en el alero
mientras la sombra de papá en su silla
me dice sí y alcanza un mate con
cáscaras de naranja, sí, m'hijita,
cerrá tu vida en este círculo que acaricia
los pasos del principio con las huellas
nítidas del final.

Diana Bellesi

Diana Bellessi nació en Zavalla, Santa Fe, Argentina, en 1946. Estudió la carrera de filosofía en la Universidad Nacional del Litoral. A finales de los años sesenta recorrió a pie toda América, a lo largo de más de seis años. En 1972 publicó en Ecuador su primer libro de poemas, Destino y propagaciones. En 1975 regresó a Buenos Aires, y en 1981 consiguió publicar Crucero ecuatorial. Desde muy joven se identificó con las tesis feministas, aunque literariamente siempre ha negado la existencia de una poesía femenina específica. Formó parte de la redacción de la revista Revista Feminaria desde su fundación en el Consejo de dirección. Perteneció también a la redacción de Diario de Poesía hasta 1991 y fue una de las fundadoras de la cooperativa editorial Nusud.
Durante dos años trabajó en talleres de escritura en las cárceles de su ciudad de residencia (Buenos Aires). Ha traducido a poetas como Ursula K. Le Guin, Denise Levertov, Adrienne Rich y Olga Broumas.
En 1993 consiguió la beca Guggenheim en poesía, y en 1996 la Beca Trayectoria en las Artes de la Fundación Antorchas. Reside en la ciudad de Buenos Aires, trabajando en formación y supervisión literaria.
En 2004 obtuvo el Premio Konex - Diploma al Mérito en la disciplina Poesía: Quinquenio 1999 – 2003, otorgado por la Fundación Konex. Fue galardonado nuevamente con el mismo premios en 2014, esta vez por el Quinquenio 2009-2013.
A finales de marzo de 2008 participó en el Cuarto Festival Internacional de Esmirna (Turquía), dedicado a Latinoamérica. 

Fuente: escritores.org




13/6/16

María Ele

"Se ha dicho que el poeta es el gran terapeuta. En ese sentido el quehacer poético implicaría exorcizar, conjurar y además reparar. Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura, porque todos estamos heridos" (Alejandra Pizarnik) Feliz día artesanos de la palabra. Elijo el camino de seguir descubriendo las heridas en letras, con la fantasía de que las suturas sean lo suficientemente fuertes algún día.
María Ele

y sus poemas...




Ni huella, ni herida, ni marca

es el testimonio
vivo
de la resistencia que tenemos,
una cicatriz.
Hacer un corte prolijo,
olvidar los pedazos
sin que pesen.
En el suelo, nuestras heridas
las venas ventanas desvestidas.


Mala Sutura, libro de María Soledad Bazán, Córdoba, 2016.


4/6/16

Un relato, la mirada de Miranda July

Nadie es más de aquí que tú
Por Miranda July
(EE.UU.-1974)

"El departamento estaba muy silencioso. Crucé la cocina de puntitas de pie y apreté la cara contra el congelador, aspirando los olores complejos de aquellas vidas. Había algunas fotografías de niños en la puerta de la heladera. Tenían amigos, y esos amigos habían dado origen a más amigos.
Nunca había visto nada tan íntimo como las fotografías de aquellos niños. Quería alargar la mano y tomar la bolsa de plástico que había encima de la heladera, pero a la vez quería mirar a cada uno de aquellos niños.
Uno se llamaba Trevor, e iba a celebrar su fiesta de cumpleaños ese sábado. ¡Por favor, vengan!, rezaba la invitación. ¡Vamos a alucinar como las ballenas! Y la invitación era la imagen de una ballena. Era una ballena auténtica, una fotografía de una ballena de verdad. Examiné sus diminutos y sabios ojos y me pregunté dónde se encontraría en aquel momento. ¿Estaría viva y nadando, o habría muerto hacía ya mucho tiempo, o se encontraría moribunda en ese preciso instante? Cuando muere una ballena, va cayendo al fondo del mar muy lentamente, y tarda un día entero en hacerlo.
Los demás peces la ven caer, como si fuera una estatua gigante o un edificio, pero lentamente, muy lentamente.


Centré mi atención en aquel ojo. Trataba de meterme en su interior, de llegar hasta la ballena de verdad, la ballena moribunda, y susurré: No es culpa tuya."


Miranda Jennifer Grossinger conocida artísticamente comoMiranda July (BarreVermont15 de febrero de 1974), es una artista, músico, escritora, actriz y directora de cine estadounidense.

26/2/16

Pascal Quignard



De pronto lo antiguo se precipita.
Lo antiguo cae de las nubes.
Es el rayo mismo.
El trueno es la voz de este animal enorme y extremadamente negro que se llama tormenta.
Los relámpagos saltan desde lo alto del cielo con el deseo de venir a tocar la tierra



Un padre lavando a sus hijas en las ruinas de Gaza
La imagen captada por Emad Nassar ganó el premio Photographer of the Year Sharjah


10/2/16

Jaime Sabines

LOS AMOROSOS


Los amorosos callan.

El amor es el silencio más fino,


el más tembloroso, el más insoportable. 



Los amorosos buscan

,
los amorosos son los que abandonan,


son los que cambian, los que olvidan.

Su corazón les dice que nunca han de encontrar,

no encuentran, buscan

.
Los amorosos andan como locos


porque están solos, solos, solos,


entregándose, dándose a cada rato,


llorando porque no salvan al amor.

Les preocupa el amor. Los amorosos

viven al día, no pueden hacer más, no saben.


Siempre se están yendo,


siempre, hacia alguna parte

.
Esperan

,
no esperan nada, pero esperan.

Saben que nunca han de encontrar.

El amor es la prórroga perpetua,


siempre el paso siguiente, el otro, el otro.


Los amorosos son los insaciables,


los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.


Los amorosos son la hidra del cuento.
Tienen serpientes en lugar de brazos.


Las venas del cuello se les hinchan


también como serpientes para asfixiarlos.


Los amorosos no pueden dormir


porque si se duermen se los comen los gusanos.


En la oscuridad abren los ojos



y les cae en ellos el espanto.


Encuentran alacranes bajo la sábana


y su cama flota como sobre un lago.
Los amorosos son locos, sólo locos,


sin Dios y sin diablo

.
Los amorosos salen de sus cuevas


temblorosos, hambrientos,



a cazar fantasmas

.
Se ríen de las gentes que lo saben todo

,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,


de las que creen en el amor


como una lámpara de inagotable aceite.
Los amorosos juegan a coger el agua,

a tatuar el humo, a no irse.


Juegan el largo, el triste juego del amor.


Nadie ha de resignarse

.
Dicen que nadie ha de resignarse.


Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.


Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla


la muerte les fermenta detrás de los ojos
,

y ellos caminan, lloran hasta la madrugada


en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.
Les llega a veces un olor a tierra recién nacida
,
a mujeres que duermen con la mano en el sexo,


complacidas

,
a arroyos de agua tierna y a cocinas.


Los amorosos se ponen a cantar entre labios


una canción no aprendida

,
y se van llorando, llorando,


la hermosa vida.


Jaime Sabines Gutiérrez (Tuxtla GutiérrezChiapas25 de marzo de 1926-Ciudad de México19 de marzo de 1999) fue un poeta y político mexicano

Alejandro Schmidt

MI CORAZÓN ERA UN HOTEL

mi corazón era un hotel

vestidos de fiesta

los huéspedes se iban sin pagar

a los portazos

es cierto

a veces

una mujer lloró en sus ventanas

hasta cansarse

es cierto

yo era el que lustraba los zapatos

es cierto

hubo temporadas malas

problemas de humedad

palmeras muertas

todo eso es cierto

también la luna

y el loco que cantaba

mi corazón era un hotel

ahora parece una casa

una casita blanca.




Alejandro Schmidt 

Nació en Villa MaríaCórdoba, el 3 de mayo de 1955. Poeta, editor y periodista cultural argentino.