Al-Mutanabbi murió al ser atacado por beduinos al regresar a Bagdad en el año 965.
Pese a la exaltación bélica de sus poemas, se puede advertir la fuerza de su carácter.
Lo que mi padre perpetró contra mí
yo no lo perpetré contra nadie
La vida es toda ella una carga
Lo sorprendente es que haya quien desee prolongarla
La tristeza a la hora de morir
Es doble que el gozo a la hora de nacer
Me veo en mis tres cárceles
y no preguntes por la funesta elección:
he perdido la vista
permanezco recluido en casa
y en el vil cuerpo está recluida el alma
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