19/6/19

Vahan Tekeyan


LLANTO

Vos, extraño, alma gemela,
que dejas atrás el camino de la dicha.
escuchame.
Sé que tus pies inocentes todavía están mojados
con la sangre de los tuyos.
Manos extranjeras han venido y te han tirado
la rosa sublime de la libertad,
que finalmente brotó de los dolores de tu raza.
Deja que su perfume divino intoxique a todos,
deja que todos -aquellos distantes, tu vecino, los desagrade-
                                                                                 [cidos,
vengan y quemen incienso
ante la Diosa de la Justicia
que tallaste en la piedra con tu martillo.
Orgulloso sembrador, deja que otros recojan con sus
                                                                             [guadañas
el trigo que madura en la tierra dorada que trabajaste.
Porque si sos perseguido por el Mal,
no olvides que has nacido
para traer el mundo el Bien.

Camina por las avenidas jubilosas
y no permitas que los contentos vean en tus ojos
aquella imagen de cadáveres y ceniza.
Perdona al que pasa, sea un buen hombre o un criminal.
Porque el dolor Armenio
emerge en la faz de tus ojos.
Mientras caminas a través del cruce-de-caminos del júbilo,
no permitas que una mota de contento o una lágrima
manchen la majestuosidad del dolor.
Porque para los derrotados las lágrimas son cobardía
y para los victoriosos, la sonrisa es frívola, una arruga.

Mujer armenia, con velos oscureciéndote como la muerte.
Vos,  hombre joven con angustia nativa
corriendo por tu rostro,
camina calle abajo sin furia ni odio
y grita: ¡qué día brillante!
qué sarcástico cavador de tumbas...
qué turba, qué danzas, qué alegría
y cuántas fiestas por todas partes...
Nuestras mortajas rojas son banderas de victoria.
Los huesos de nuestros hermanos son flautas...
con ellos hay otros haciendo músicas extrañas.
Pero no tiembles hermana desconocida,
o hermano de destino.
Mientras estudian las estrellas
cobren ánimo, sigan adelante.
La ley de la vida permanece la misma...
los seres humanos no pueden entenderse entre sí.

Y esta tarde antes de la puesta del sol
todos ustedes regresarán a sus casas,
sean éstas de mármol o de barro,
y calmadamente cerrarán las persianas de sus ventanas.
Ciérrenlas del malvado Capital,
ciérrenlas en la cara de la humanidad,
y en la cara de su dios.
Aún la lámpara sobre su mesa
se extinguirá
por los claros susurros de sus almas.



VAHAN TEKEYAN
(1878-1945)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

[a]Vertientes de pensamiento[/a]