Y cuando termine el espectáculo
Quiero volver al vientre de mi vieja.
Eso sería justo, poner en la balanza la vida y la muerte
Como los pesos que ir equilibrando
Y al centro, ajena a la felicidad o la desdicha,
La colcha amable de nuestra madre gestándonos.
Volver de nuevo a esa cárcel de mar,
A ese hondo lago de paz
Donde no tuve hambre, ni frío, ni calor.
Donde no fui ni hombre ni mujer,
Sino un capullo de sangre que se abría
A la vida con la certeza de los ciclos de la tierra.
Volver a ese sitio donde no conocía
Los reveses y trascartones de los hombres.
Ni la amargura del amor.
Ni la fiebre del deseo.
Donde todo transcurría levitando.
Sin pensamiento, sin miedo a nada.
Allí fui feliz, estoy segura,
Todo era comunicación: las células,
El alimento, los espacios, los huesos,
Los pulmones iniciando su palpitación de espuma,
El corazón latiendo ajeno a los vaivenes de la economía,
Del desengaño, del desamor.
Allí no sabía de la muerte, en el vientre de mi vieja
Era una especie más sobre la tierra,
Otra especie que no sabía que algún día iba a morir.
Allí estaba exenta del pecado original,
Y de las nomenclaturas y adjetivos,
Allí estábamos ella y yo, ella como una pagoda roja
Donde aguardar la primer bocanada de aire,
Como un vértigo, como un mareo ciego donde morir un poco.
Ahí era parte de la tierra, era hija de la hembra,
Era órgano y era yo misma,
La versión más honrada de todo lo que pude decir, mostrar,
Pretender de mi misma,
Fue ese animal sin alma que durante nueve meses
Se suspendió en la sangre como un puñado de pájaros
Que espera lanzarse al vacío.
Allí no existía el lenguaje con sus trampas y exaltaciones,
era unión pura, sencilla y inviolable.
Allí fuimos lo que debíamos ser y para lo que estuvimos hechas
en ese momento.
Madre e hija y nada más.
Después vinieron los perdones, las culpas
y todos los atajos que nos tomamos en esta vida perra.
Estas semanas de desasosiego, este desencuentro en el espejo,
Esta traición que me hago día a día,
Me hacen cantarle a la nostalgia.
Lo dijo Juan Falú: canto para la nostalgia.
La nostalgia de ser hija de alguien tan sólo
Por permanecer dormida en el lejano claustro de su vientre.
Camila Sosa Villada
Su mamá
Quiero volver al vientre de mi vieja.
Eso sería justo, poner en la balanza la vida y la muerte
Como los pesos que ir equilibrando
Y al centro, ajena a la felicidad o la desdicha,
La colcha amable de nuestra madre gestándonos.
Volver de nuevo a esa cárcel de mar,
A ese hondo lago de paz
Donde no tuve hambre, ni frío, ni calor.
Donde no fui ni hombre ni mujer,
Sino un capullo de sangre que se abría
A la vida con la certeza de los ciclos de la tierra.
Volver a ese sitio donde no conocía
Los reveses y trascartones de los hombres.
Ni la amargura del amor.
Ni la fiebre del deseo.
Donde todo transcurría levitando.
Sin pensamiento, sin miedo a nada.
Allí fui feliz, estoy segura,
Todo era comunicación: las células,
El alimento, los espacios, los huesos,
Los pulmones iniciando su palpitación de espuma,
El corazón latiendo ajeno a los vaivenes de la economía,
Del desengaño, del desamor.
Allí no sabía de la muerte, en el vientre de mi vieja
Era una especie más sobre la tierra,
Otra especie que no sabía que algún día iba a morir.
Allí estaba exenta del pecado original,
Y de las nomenclaturas y adjetivos,
Allí estábamos ella y yo, ella como una pagoda roja
Donde aguardar la primer bocanada de aire,
Como un vértigo, como un mareo ciego donde morir un poco.
Ahí era parte de la tierra, era hija de la hembra,
Era órgano y era yo misma,
La versión más honrada de todo lo que pude decir, mostrar,
Pretender de mi misma,
Fue ese animal sin alma que durante nueve meses
Se suspendió en la sangre como un puñado de pájaros
Que espera lanzarse al vacío.
Allí no existía el lenguaje con sus trampas y exaltaciones,
era unión pura, sencilla y inviolable.
Allí fuimos lo que debíamos ser y para lo que estuvimos hechas
en ese momento.
Madre e hija y nada más.
Después vinieron los perdones, las culpas
y todos los atajos que nos tomamos en esta vida perra.
Estas semanas de desasosiego, este desencuentro en el espejo,
Esta traición que me hago día a día,
Me hacen cantarle a la nostalgia.
Lo dijo Juan Falú: canto para la nostalgia.
La nostalgia de ser hija de alguien tan sólo
Por permanecer dormida en el lejano claustro de su vientre.
Camila Sosa Villada
Camila Sosa Villada
Su mamá
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