Cadencial
El pelotón es un engranaje perfecto
de varios ciclistas
en fila india simple o doble
laten y piensan como uno solo
los primeros tiran con fuerza
respiran con dificultad
y después de un tiempo
se van al fondo del grupo
en perfecto orden
uno después del otro
al medio
los que tomarán la posta en escasos minutos.
El corazón del más viejo
pita su final de cañita voladora cada tres pedaleadas
con las manos firmes en el manubrio
sin chocar al compañero.
Van a rueda
en medio abanico
los de atrás son la sangre fresca
que reemplazarán a los del medio
cuando estos pasen al frente
cortando el viento.
Sonido cadencial
el runrún de las cadenas
es toda la conversación.
Sin esfuerzo en el plano
pero con ardor
de pulmones en subida
las ruedas son sus piernas
que batallan contra los espasmos de proa.
Ni una sola vez en la veintena de años
que llevan rodando juntos
el viento cambió de dirección
para mal.
Los más viejos se fueron yendo
despacio
abandonaron con una sonrisa
un abrazo bajo el puente
que fue su punto de partida
El pelotón en carrera
–que es un organismo–
se desintegró mil veces
sobre la superficie lunar
del Mont Ventoux
sólo un pájaro vestido de amarillo
se paró en los pedales del viento
y rozó la cima.
Corazón de parche
banderas al viento
sangre de mi sangre
amor que sostiene
te extraño.
Hay quien se deleita a la sombra
de un vaso de whisky
sonríe de lado
engendra resentimientos
te guarda en una caja
mechón castaño,
fotos y escarpín,
trofeo.
Con vos viajan
estrellas fugaces
un arrebol de nubes
la tormenta y la noche
tu vida es un escudo
donde naufragan
las sombras del olvido.
¡Ay, colibrí nuestro!
encallados en ramas heridas
yacen vacíos
tantos nidos deshabitados.
Poema de Laura Moreno, Córdoba, Argentina