LLUEVE
Palabras de la lluvia en la noche
del valle,
que escucho -escucho,
sin alcanzar a traducir:
diría, es la respuesta a una plegaria
ignota. (Que hace suya,
ahora, mi aridez.)
que escucho -escucho,
sin alcanzar a traducir:
diría, es la respuesta a una plegaria
ignota. (Que hace suya,
ahora, mi aridez.)
Sí, lluvia: igual a gracia
de absolución.
de absolución.
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RUTA DEL NORTE
--a Enrique Menoyo--
Las montañas nos van acompañando
y también, pero de otra manera, el algarrobo
que huyó con un puñado de pájaros
tras la última curva; un poco antes
encendí un cigarrillo y recordaste, Enrique,
unos versos remotos de Machado
que escuché sólo a medias, porque de pronto
la tarde se dio vuelta y en un bar (¿de qué tiempo?)
entre el iris de humo, de música, de alcoholes,
otra vez unos ojos, una voz
otra vez: vivas imágenes,
y sin embargo,
sustituciones de una realidad de piedra y polvo,
de la monotonía
con que lo elemental asedia a un viaje en automóvil,
por eso,
cuando vimos el árbol, y con el árbol la casa,
y con la casa el chico,
cuando vimos
esa pequeña guitarra que saludaba sonriendo,
ese charango
sin más destino que la piedra y la espina,
sólo entonces
comprendí que esta tierra reclamaba los ojos,
que lo demás nada valía si caían los párpados
sobre los montes duros,
sobre el árbol y su rama con tordos,
sobre el chico y su sonrisa rota,
sobre la soledad.
y también, pero de otra manera, el algarrobo
que huyó con un puñado de pájaros
tras la última curva; un poco antes
encendí un cigarrillo y recordaste, Enrique,
unos versos remotos de Machado
que escuché sólo a medias, porque de pronto
la tarde se dio vuelta y en un bar (¿de qué tiempo?)
entre el iris de humo, de música, de alcoholes,
otra vez unos ojos, una voz
otra vez: vivas imágenes,
y sin embargo,
sustituciones de una realidad de piedra y polvo,
de la monotonía
con que lo elemental asedia a un viaje en automóvil,
por eso,
cuando vimos el árbol, y con el árbol la casa,
y con la casa el chico,
cuando vimos
esa pequeña guitarra que saludaba sonriendo,
ese charango
sin más destino que la piedra y la espina,
sólo entonces
comprendí que esta tierra reclamaba los ojos,
que lo demás nada valía si caían los párpados
sobre los montes duros,
sobre el árbol y su rama con tordos,
sobre el chico y su sonrisa rota,
sobre la soledad.
Alejandro Nicotra
(Del libro "Detrás, las calles", Colec. Adonais,
Edit.Rialp, Madrid, 1971.)
Edit.Rialp, Madrid, 1971.)
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COMO EL POEMA
Se apagan tus vestidos,
igual que cielos o frondas
de soles derrumbados,
y en medio del cuarto o del otoño
sólo hay tu cuerpo, el fruto
único de realidad,
como el poema:
lo digo con las manos,
y late
cada día vivido, la piel
y el fondo
del calor, de la nieve,
sin memoria,
sin sucesión, reunidos
como en la muerte,
en súbita
plenitud, o relámpago.
igual que cielos o frondas
de soles derrumbados,
y en medio del cuarto o del otoño
sólo hay tu cuerpo, el fruto
único de realidad,
como el poema:
lo digo con las manos,
y late
cada día vivido, la piel
y el fondo
del calor, de la nieve,
sin memoria,
sin sucesión, reunidos
como en la muerte,
en súbita
plenitud, o relámpago.
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NOCHES
I
Se ha levantado, a mitad de la noche.
Se ha levantado, a mitad de la noche.
-En los vidrios, hay astros
y un espectro lunar,
como restos de un sueño...
y un espectro lunar,
como restos de un sueño...
Él duda, entre dos sombras.
Pero todo lo borra, en la luz de la lámpara,
un flotante desierto.
un flotante desierto.
II
Tras los vidrios, el hielo de las cumbres:
su flor irreal,
hierática.
Tras los vidrios, el hielo de las cumbres:
su flor irreal,
hierática.
Pero aquí arde,
áspera leña, el tiempo:
echa sombras, reflejos tortuosos,
de un azar.
áspera leña, el tiempo:
echa sombras, reflejos tortuosos,
de un azar.
III
El hombre,
en su sillón, frente a la chimenea,
mira cerrarse el párpado
de la última brasa.
(Afuera,
se oyen los pasos, fantasmales,
que inauguran el alba.)
Pero aún él espera
la confidencia, también última, de la noche,
antes que el día en cierne,
ávido de realidad,
le clausure el secreto.
Ediciones del Copista, Córdoba, 2004].
El hombre,
en su sillón, frente a la chimenea,
mira cerrarse el párpado
de la última brasa.
(Afuera,
se oyen los pasos, fantasmales,
que inauguran el alba.)
Pero aún él espera
la confidencia, también última, de la noche,
antes que el día en cierne,
ávido de realidad,
le clausure el secreto.
EL PAN DE LAS ABEJAS
(En memoria
de Antonio Esteban Agüero)
de Antonio Esteban Agüero)
El pan de las abejas, la miel de todos.
Sopla el tiempo
sobre la galería de tu casa: nadie
sino la luz sorda, vacía,
entre pilares rotos.
Ni tu sombra, ni el rumor del poema.
sobre la galería de tu casa: nadie
sino la luz sorda, vacía,
entre pilares rotos.
Ni tu sombra, ni el rumor del poema.
(«El agua con racimos y la luz con abejas»…)
Patio sin parras. Seco aljibe.
Patio sin parras. Seco aljibe.
Ayer,
la madre pasa con un plato de miel.
la madre pasa con un plato de miel.
He visto las colmenas devastadas
y en el aire de marzo,
espacio azul,
el humo que subía desde los panales.
y en el aire de marzo,
espacio azul,
el humo que subía desde los panales.
He visto al hombre enmascarado,
los torpes guantes,
y el pueblo de la brisa
y de la flor:
................... gota a gota,
los pequeños
cadáveres.
los torpes guantes,
y el pueblo de la brisa
y de la flor:
................... gota a gota,
los pequeños
cadáveres.
He visto al sapo gordo
saciado de saqueo.
saciado de saqueo.
Sopla el tiempo
desde la fresca sombra de las parras,
los cántaros, las flores. (El temblor
y la luz de las abejas.) Oigo
tu voz.
desde la fresca sombra de las parras,
los cántaros, las flores. (El temblor
y la luz de las abejas.) Oigo
tu voz.
Un niño pasa con un plato de miel.
He visto las colmenas devastadas,
el humo por el aire de marzo.
el humo por el aire de marzo.
Y he visto,
entre las ruinas y la sombra,
el pan hecho de sol;
....................................quiero decir
─lo sabes─: vi tu muerte
y tu vida. (La galería rota
de tu casa, las páginas
doradas.) Y mi vida
y mi muerte,
seguramente iguales.
entre las ruinas y la sombra,
el pan hecho de sol;
....................................quiero decir
─lo sabes─: vi tu muerte
y tu vida. (La galería rota
de tu casa, las páginas
doradas.) Y mi vida
y mi muerte,
seguramente iguales.
Un hombre pasa con un plato de miel.
El pan de las abejas,
la miel de todos.
la miel de todos.
[De “Puertas apagadas” (1976), en:
“Lugar de reunión. Obra poética 1967-2000”,
“Lugar de reunión. Obra poética 1967-2000”,
ALEJANDRO NICOTRA (Córdoba, Rep. Argentina)
Escrior, poeta, licenciado en Letras, profesor.
Fecha y lugar de nacimiento: 25 de marzo de 1931. Sampacho, Provincia de
Córdoba.
PREMIOS Y DISTINCIONES
Premio Nacional Iniciación, Comisión Nacional de Cultura, 1951. Premio
Regional de Literatura (1957-1959), de la Dirección General de Cultura de la
Nación, por su libro inédito Nuevas canciones, 1960. Premio Arturo Capdevila,
del P.E.N. Club internacional, por su libro El tiempo hacia la luz, 1968.
Premio Leopoldo Lugones, de la Universidad Nacional de Córdoba, por su libro
Detrás, las calles, 1969. Accésit del Premio Adonais, Madrid, por su libro
Detrás, las calles, 1970. Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores,
por su libro Puertas apagadas, 1977. Premio Esteban Echeverría, de Gente de
Letras, 1991. Premio Konex, 1994. Primer Premio Consagratorio de Letras, junio
de 2003.
OBRAS
Poesía: Cuaderno de
Córdoba, Santa fe, 1957. Nuevas canciones, Buenos Aires, 1965. El tiempo hacia
la luz, Buenos Aires, 1967. Detrás, las calles, Madrid, 1971. Puertas apagadas,
Rosario, 1976. Lugar de reunión, Buenos Aires, 1981. El pan de las abejas y
otros poemas,Buenos Aires, 1983. Puertas apagadas / Lugar de reunión, Córdoba,
1986. Desnuda Musa, Córdoba, 1988. Hogueras de San Juan, Miramar, 1993. Il pane
delle api e altre poesie, Venecia, 1993. Poesía (1976-1993), Córdoba, 1994.
Ensayo: Antonio de la Torre, Ediciones Culturales Argentinas, Buenos Aires,
1966. COLABORACIONES EN: Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid. La Nación, Buenos
Aires. La Prensa, Buenos Aires. La Gaceta, Tucumán. La voz del interior, Córdoba.
La Capital, Rosario. El litoral, Santa Fe.
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